No se lo recomiendo a nadie. Ponerle mi cara a una botella de bourbon es una ocurrencia, como mínimo, extravagante. Pero, lo tomo como un gran detalle de cortesía, me siento afortunado por ello, y me beberé hasta la última gota. Gracias Maker´s Mark, bien pensado, podría haber estado dentro, atrapado como el amigo de Aladino, o el mensaje de Sting. Promocionalmente tiene su punto, pero desde el punto de vista comercial, usar mi jeta para vender bourbon de Kentucky hecho a mano. Hombre, por Dios. Gracias mil, pero no se os ocurra.
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