Vuelvo al cine. Y me encuentro en la cola del pop corn a Maribel Verdú, escondida tras unas gafas de pasta (es de noche) y sin maquillar, junto a su marido, el productor Pedro Larrañaga. La cola de las palomitas nos iguala a todos. ¿Combo o normal?
En esto que aparece Manuel Vicent, hace justo un año que escribió especialmente para Esquire un cuento que arrancaba en la primera página de la revista, con su pareja y más amigos. Maribel se sale de la cola, deja a Larrañaga pagando el combo y se marcha a saludar a Vicent. Le cuenta, entusiasmada, que la peli de Coppola es genial y Vicent hace como que si, que se lo cree.
El Renoir Retiro es uno de los pocos refugios madrileños para la versión original, lo que en este caso se traduce en dos horas de misterio en genuino sueco. Los hombres que no amaban a las mujeres, la peli basada en el best seller de Stieg Larsson, me ha dejado más frío que un Volvo sin anticongelante. No dejo de pensar que de mis entradas su novia no se llevará ni un solo euro porque no arreglaron sus papeles antes de morir. Seguro que la casa la amueblaron en Ikea. ¿Le gustó la película a la Verdú? Al salir, ni la ví. En el suelo, miles de palomitas abandonadas esperaban a la limpiadora.
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