lunes, marzo 1

Esquiando en Zermatt


El sonido de la dinamita hace parar mis tablas. Se trata de la explosión de los cartuchos que, desde los helicópteros, lanzan en las cumbres que rodean al Matterhorn para provocar las avalanchas. Nadie parece inmutarse. 350 kilómetros de pistas que saben a mucho, sobre el pequeño pueblo alpino de Zermatt. Ni un solo coche. Mejor dicho ni un solo motor de gasolina o diesel. Vehículos eléctricos que sustituyen a los viejos caballos percherones desde comienzos de los sesenta en los que se implantó la prohibición. La mejor manera de acercarse al pueblo es por tren. Avión a Zurich o Ginebra, tren directo a Visp y el tren cremallera a Zermatt. Merece la pena. A la vuelta, en la estación de Visp comparto anden con Mike Rutherford, el guitarrista de Genesis. No me atrevo a preguntarle por otro inglés exiliado en Suiza, Phil Collins, que padece sordera hace años. Mike carga con la bolsa de sus botas de ski. Todo es muy normal en Suiza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario