Tammy Peters es una anfitriona estupenda. Y tiene motivos. El Hotel Mandarin de Nueva York (Columbus Circus con Central Park) compite por el preciado lugar del mejor hotel de la ciudad, en la isla con los mejores hoteles del mundo. La última vez que me aloje en sus habitaciones, compartí ascensor con Paul Simon que cantaba en su barrio, reinaugurando el diminuto Beacon Theater con una serie de veladas temáticas. En eso pienso mientras me zambullo en el spa del Hotel Mandarin. Planta 35, un pilón de metro y medio de agua termal, frente a los ventanales de la ciudad insomne, capaz de quitarle el jet lag al más bruto. En la sala continua, la de relajación, con vistas a las mismas aguas apacibles del Hudson en las que amerizó un avión hace unos meses sin ni un solo herido, recibe a uno de los trasanlanticos de Cunard que acaban de llegar a Manhattan. El Spa del Mandarin bien podría ser el mejor de la ciudad, gracias Tammy, volveré con amigos.
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