La caja negra- (existe otra blanca)- de The Beatles, está agotada en Nueva York. 232 dólares, lo mismo en euros, pero con el cambio te ahorras un pellizco. El dependiente de Barnes and Nobles me lo dice como si yo fuese de otro mundo al preguntar. Yoko Ono hace caja desde su apartamento en el edificio Dakotta. Un par de taxis y la encuentro en el horripilante Best Buy. La caja, envuelta en la alarma más grande del local, me mira nada más entrar, rodeada del Beatles Rock Band. Un chaval de apenas diez años toca el bajo (de juguete) en Don´t let me down. Intento seguirle con la batería de la Xbox, pero mis manos parecen muñones. Es el gap, el famoso salto generacional. Hace dos o tres días que murió el cofundador de Gap, en San Francisco, a los ochenta y uno. Dicen que fundó la empresa porque estaba harto de intentar comprar jeans y no encontrar los de su medida. Me cuesta creerlo, suena a propaganda mercantil. En mi iphone suenan las 217 canciones de The Beatles. Muchas estaban olvidadas en mi disco duro.
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